Cuento Suculento para que los niños coman ensalada
La familia Pérez Gil, es una familia que nos enseña a disfrutar de la dieta mediterránea.
Con sus Cuentos Suculentos nos proponen recetas sencillas, sabrosas y saludables.
En casa de la familia Pérez Gil, siempre que era posible, procuraban comer todos juntos. Entre semana a medio día los niños comían en el colegio, pero la cena era el momento que aprovechaban para conversar y compartir los cuatro reunidos en torno a la mesa.
Los papás, Magdalena y Miguelito, preferían no encender la televisión durante las comidas, porque habían notado que los niños se embobaban y se mostraban menos participativos... pero a veces ponían las noticias de fondo.
Un día, escucharon la sorprendente noticia de que en China se había puesto de moda sacar a pasear lechugas como si de perros se trataran.
- ¿Por qué hacen eso papá? ¡Se van a destrozar todas! –A Carlota aquello le parecía rarísimo-
- Parece ser que como la gente está muy sola, algunos se entretienen sacando a pasear verduras y así charlan con otras personas que también hacen lo mismo.
- Ah, claro… Seguro que si ves a alguien paseando una lechuga, a lo mejor te acercas a preguntarle y es fácil iniciar una conversación. Desde luego es una forma original de evitar la soledad -afirmó Magdalena-
- ¿Y después de pasear las lechugas, se las comen? –la niña seguía sin encontrarle el sentido a aquella actividad-
- No creo, quedarán hechas polvo –pensó el papá-
- Mami, esto parece uno de tus Cuentos Suculentos –dijo Kiko-
- Sí, en este caso al protagonista sí que le gustaba la lechuga, pero cuando llegaba a casa no tenía más remedio que hacerse una ensalada murciana –añadió Magdalena mientras reía a carcajadas-
- ¿Qué es una ensalada murciana mamá? –Kiko no había entendido el chiste-
- Pues es una ensalada típica de Murcia que se prepara con tomate pelado y troceado, cebolla, atún, aceitunas y huevo duro –explicó Miguelito-
- ¿Y esta ensalada no lleva lechuga? Vale, ya entiendo.
- Qué tristes y solos tienen que estar en China para llegar a hacer eso. A mí no me gustaría tener que salir a la calle sola, arrastrando una lechuga –reflexionaba Carlota en voz alta-
- No te preocupes hija, que no te va a pasar nada de eso. ¿Quieres un poco de ensalada?
- No me gusta el tomate.
- Venga, pruébalo que es tomate raf y está muy dulce.
- Bueno, pero ponme un poquito solo...
ENSALADA MURCIANA, LA ENSALADA SIN LECHUGA
INGREDIENTES (para 4 personas)
1 Lata grande (800gr) de tomate entero pelado
1 Cebolla tierna
2 Latas de atún en aceite de oliva
Alcaparras
Olivas (negras, verdes o ambas)
1 Huevo duro (opcional)
La preparación es muy sencilla, simplemente se trata de mezclar todos los ingredientes troceados.
Un truco, para que la cebolla no pique, es cortarla fina y dejarla unos minutos en un vasito con sal y cubierta con vinagre.
Mientras, vamos cortando todos los ingredientes. Escurrimos el jugo de tomate que hay en la lata. Troceamos el tomate, añadimos el atún desmigado con su aceite y las alcaparras (escurrirlas antes)
Enjuagamos ligeramente la cebolla tierna para quitarle el exceso de vinagre (bajo el chorro del grifo con la ayuda de un colador).
Echamos la cebolla, las olivas y el huevo duro.
Por último un chorrito de aceite de oliva y probamos el punto de sal (como lleva encurtidos que ya son potentes de sabor, yo no le añado más sal).
Removemos y dejamos enfriar en la nevera.
Se come con pan, ¡es una delicia mojar pan en el juguito de esta ensalada!
¿QUÉ HAGO SI A MI HIJO NO LE GUSTA LA ENSALADA?
Relájate, no pasa nada. Respeta sus gustos y dale tiempo. Nunca le fuerces.
Pon de forma habitual una ensalada en el centro y cómetela tú, da ejemplo.
Anímale a probar un poquito solo, si un niño sabe que no tiene que comerse el plato entero, es más probable que esté dispuesto a probarlo.
Hay tantas recetas y tan apetecibles, que es fácil que alguna guste a los pequeños de la casa. Prueba diferentes preparaciones (ensaladas de lechuga, de legumbres, de pasta o de cous cous, ensaladillas, aguacates rellenos, ensaladas templadas...)
Si tu niño te ayuda a prepararla (no sólo haciendo de pinche, sino también de chef, seleccionando los ingredientes) será mucho menos probable que rechace una creación suya.